No nos conocemos, no he ido jamás a ver un partido suyo pero me declaro aficionado del Voleibol Arroyo (tan aficionado del Arroyo como de tantos y tantos otros equipos, deportistas y deportes de la región con los que vive una similar relación de desconocimiento). Soy aficionado desde hace años. Es imposible no serlo. Esta profesión nos trae momentos mágicos y nos contagia la felicidad y la desilusión, los sueños y las decepciones, las alegrías y las penas... Y a mí me es imposible mantenerme ajeno. No quiero mantenerme ajeno. Creo que esta afición, esta admiración, me enriquece más que perjudica. No pienso que afecte a mi objetividad, sí beneficia a mi pluralidad y a la posibilidad de empatizar más para poder transmitir mejor. Al fin y al cabo, mi objetivo es comunicar la verdad y esos sentimientos son parte de la verdad.
Soy aficionado del Arroyo desde hace aproximadamente 6 años. Antes, desconocía todo aquello que tuviera que ver con el mundo del volei. Ese deporte de "niñas" que nos enseñaron en el colegio, ese deporte al que un día nos asomamos por un tal Rafa Pascual, ese deporte olvidado por los grandes diarios, por los grandes medios, ese deporte que a penas conquista mundiales y que, si lo hace, si lo hiciera, no conquistaría portadas porque siempre valdrá más la imagen del último peinado de la estrella de fútbol de moda, ese deporte de balonvolea desconocido para mí hace 6 años fue calando poco a poco en mis entrañas.
No he ido nunca ver un partido del Arroyo, pero me he ido sabiendo poco a poco lo que significa para aquellos que cada sábado van a ver al equipo de "Nuestra Señora de la Luz". Tan es así que hace unos meses me sorprendí cenando y mirando la pantalla de mi ordenador, actualizando cada segundo para saber si se llegaba o no a la final de la Copa Princesa. No era ese su momento. Su momento ha llegado hoy. Después de tantos años, después de los últimos 6 años.
Hoy recuerdo con especial anhelo aquellas llamadas. Hoy recuerdo con especial añoranza las primeras veces de la capitana en nuestra radio. Esa joven Yohana que hoy lidera a un equipo de Superliga. Hoy soy más del Arroyo que nunca, aunque no los conozca, aunque no los haya visto nunca, aunque -probablemente por vergüenza- jamás haya saludado ni jamás vaya a saludar. Hoy quiero felicitar a ese equipo que siempre nos ha tratado tan bien, que siempre nos ha atendido con una sonrisa, que siempre ha compartido con nosotros sus éxitos, también sus pequeños fracasos, que nos ha mostrado sin pudor sus lágrimas, ayer de tristeza, esta mañana de alegría. Sin esa generosidad, sería imposible hacer radio.
Gracias y felicidades. Seguiré animando desde la distancia.