jueves, 9 de mayo de 2013

Carlos Frade

Parece distante, frío, muy metido en su trabajo, poco interesado por lo demás, poco amigo a hacer amistades con la prensa local. Digo parece porque no conozco nada o casi nada de él. Si acaso un "buenas tardes", un apretón de manos, una ligera presentación y alguna conversación, siempre con el directo y el micrófono como excusa.

Parece un entrenador diferente a lo que estamos acostumbrado. No he oído a nadie (o a casi nadie del entorno mediático) referirse a su relación personal con él. No conozco sus intereses más allá de la obsesión por el baloncesto. Está lejos de la figura de entrenador que habitualmente nos encontramos por estos lares. No parece tan dicharachero, tan sociable, tan cercano. Esto, no me mal interpreten, no es bueno ni malo, ni siquiera es una afirmación, es sólo una observación, un "parece", porque no conozco nada o casi nada de él, sólo sé que no se parece a los entrenadores con los que antes he tratado ¿y qué más?

Tampoco se parece como entrenador. No es ni bueno ni malo que no se parezca, no es siquiera una afirmación. Es sólo una observación, un parece. Parece un entrenador distinto. Vino con un discurso distinto, con fama de "loco del baloncesto", "obseso", vino con unos resultados intachables en un proyecto muy similar al que ahora se le ponía por delante. Vino con el reto de volver a conseguir el máximo con lo mínimo y, sea como sea a nivel personal, su trabajo lo ha cumplido, lo ha superado.

Su discurso, siempre pausado, jamás encendido, siempre coherente.
No le importa la canasta, valora la jugada.
No le importa la victoria, valora el partido.
No justifica una derrota, se adelanta a las críticas.
Ya desde el primer partido sorprendió la facilidad para reconocer los errores propios, los del entrenador, los del equipo. Esperó resultados a un largo plazo. Le recuerdo una expresión -no es textual- "Estamos haciendo las cosas mal, yo soy el responsable. Si en algún momento jugamos bien, yo soy el responsable".

Ha llegado el momento de hacerle responsable del éxito. Ese entrenador callado, alejado del ruido mediático, crítico y obsesionado con su trabajo, está viendo como llegan los resultados. Pocos creíamos en estos resultados, pocos los esperábamos. Ahí están.

El equipo ya se parece a lo que debe ser, a lo que su entrenador quería que fuera y todos pedíamos que lo fuera antes de tiempo.

Ahora, el Cáceres podrá ganar o podrá quedar eliminado pero el discurso es el mismo ¿Hemos jugado bien? ¿Hemos hecho lo que teníamos que hacer? La victoria no importa en el deporte. "La victoria no es el objetivo, es la consecuencia" (Rafa Gomáriz dixit).

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Si estás aquí, supongo que ya me conoces. Si no, descubreme a través de mis letras. Coge tu linterna, mágica por supuesto, y busca en este oscuro cajón tu cuchillo de palo. Soy lector selecto, es decir, leo poco, por lo que no intentes encontrar un lugar repleto de literatura. No intentes encontrar tamcpoco un lugar repleto de bellos versos o relatos hondos, pues casi no escribo. Trata de divertirte en este desorden, en esta atalaya desde la que divisaremos nuestra realidad.